Los invitamos a realizar un viaje virtual por nuestras clínicas en Guatemala y Nicaragua y vivir un día con los voluntarios.
La jornada en las clínicas comienza a las 6 o 7 de la mañana, dependiendo del horario. Los voluntarios a los que les toca preparar el desayuno se levantan más temprano que el resto, mientras que los encargados de lavar los platos pueden dormir un poco más. Normalmente se desayuna con avena, panqueques, fruta o huevos fritos.
Las clínicas abren a las 8 de la mañana. Mientras los médicos atienden a los pacientes, los administradores se dedican a diseñar horarios para los próximos días, preparar listas de control para la limpieza, supervisar la recogida de la basura, hacer las cuentas y arreglar todos los demás asuntos que no tienen que ver con la atención médica. Debido a las restricciones por el COVID, los médicos tratan de recibir a los pacientes en la calle y solo llevar adentro a aquellos que necesitan ayuda más seria.
Entre las 13 y las 14 es hora de comer. Al igual que con el desayuno, los voluntarios se turnan para preparar la comida y saben de antemano qué día le toca cocinar a cada uno. Pero si el cocinero de guardia es médico y tiene mucho trabajo con los pacientes, las tareas culinarias pasan a otro voluntario.
La clínica cierra a las 16. Si después de la comida no hay pacientes, los chicos limpian las instalaciones, ordenan los medicamentos o inspeccionan los almacenes. ¡El trabajo nunca falta!
A partir de las 16 los voluntarios tienen tiempo libre para sus actividades personales. Cada uno puede hacer lo que quiera: unos corren, otros leen, ven películas o cocinan algo sabroso. La clínica en Guatemala tiene wi-fi y los voluntarios pueden hablar con sus familiares y amigos o debatir asuntos de trabajo.
La cena es a las 19 o las 20. Normalmente el menú incluye habas, pasta, arroz, verduras y frutas. Los chicos van de compras cada jueves. El administrador o la administradora y alguien del personal médico van al mercado con dos o cuatro valijas, dependiendo de la cantidad de voluntarios que estén en la clínica.
Una vez a la semana se realiza la limpieza general de la clínica y una vez al mes se limpian todas las instalaciones y el territorio adyacente. Otro procedimiento importante es el tratamiento contra los chinches cada mes. Los voluntarios viven al lado del bosque, así que los insectos son un problema recurrente.
La jornada termina a las 22. Desde esta hora y hasta las 6 de la mañana se guarda silencio y solo los médicos pueden violar esta regla si hay que atender a un paciente de emergencia.
Los fines de semana los voluntarios en Nicaragua suelen ir a la playa que está muy cerca de la clínica. En Guatemala los voluntarios van al río, viajan a la ciudad vecina o van de excursión a un volcán.
¿Qué te parece lo más complicado de la vida de nuestros voluntarios? ¿Sientes que podrías seguir una rutina así? Si compartes estos valores, es hora de dar el siguiente paso. Envía tu solicitud para ser voluntario a través de ru.he-he.org.
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